Tal vez, cuando afinemos la punta al lápiz, podamos advertir que no tenemos tantas diferencias en cuanto a lo que, en definitiva, es posible, en el corto plazo, hacer al respecto. De lo que no caben dudas es que hay que hacer algo.
En lo que sí me parece que podemos tener diferencias es en cuanto al abordaje conceptual del tema.
Hay quienes se aproximan al "problema de la droga" con una suerte de abordaje quirúrgico: hay que extirpar el mal. Sólo se trata de identificarlo y posteriormente hay que sacarlo del medio. Quitar del medio lo que hace daño. Y entonces, todo fluirá. Mágicamente.
Muchas cabezas razonan así. Es más. En una época, si uno terminaba con la propiedad privada de los medios de producción, resolvía los problemas del mundo. En otra época, había que retirar al Estado y... ¡abracadabra!
Desafortunadamente me temo que con este tema del consumo problemático de sustancias, la solución no sea tan fácil. Hasta ahora -y desde hace algunos milenios- no hemos podido sacar las drogas del menú. Ni siquiera la "guerra al narcotráfico" ha determinado una disminución de la oferta. Más bien lo contrario. Combatimos el comercio, como consecuencia los precios aumentan, el negocio es más rentable, y la disponibilidad es cada vez mayor. Más cantidad y más variedad. Probando y comprobando, como diría un vendedor ambulante en el ómnibus.
Una segunda alternativa parece ser sacarnos de delante de los ojos lo que no queremos ver. Encerrarlo en donde nuestra mirada no llegue.
Puede ser confortante. Pero convengamos que no resuelve el problema.
Tenemos centenares de adictos, internados compulsivamente en establecimientos carcelarios, y nada hace pensar que su involuntaria reclusión resuelva su problemático consumo.
Tal vez nos planteamos mal el asunto. Tal vez en lugar de exorcizar al demonio, en lugar de extirpar, en lugar de sacar, debamos preguntarnos qué hay que poner. Qué inversiones son necesarias.
En lugar de cerrar los ojos, abrirlos e indagar cuánto análisis se necesita y cuánta acción promocional. Cuánta inteligencia y cuánto dinero. Sí. Sí. Dinero.
Y para eso se necesita comprometerse con el tema. Diseñar acciones y programas complejos.
Que los asuntos complejos no tienen soluciones simples.
Que para goles de media distancia está Dieguito Forlán.
Que se necesitan aportes técnicos multidisciplinarios. Trabajo intersectorial.
Que hay que incorporar los esfuerzos y la experiencia.
Que hay que acumular trabajo y aprendizajes.
Y para eso debemos dar discusiones profundas y paralelamente definir y ejecutar acciones emergentes.
Ejecutar acciones emergentes tendientes a mitigar situaciones desbordantes, desgarrantes, angustiantes para todos nosotros pero particularmente para los directamente afectados: los consumidores problemáticos de sustancias y su entorno familiar y social más próximo.
Y discutir, sin prejuicios, acerca de nuestra percepción del tema. O, mejor dicho, de los temas. De las drogas, de las prohibiciones y de las desprohibiciones, de la toxicidad de las sustancias y de la toxicidad de nuestra manera de relacionarnos con las sustancias. Y de nuestra manera de relacionarnos con muchas otras cosas que también generan vínculos tóxicos.
Pero esas, ya son otras yerbas.
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