martes, 13 de julio de 2010

Cambios de gobierno y alternancia / Pablo Mieres

La semana pasada se produjeron los correspondientes cambios de mando en los 19 Gobiernos Departamentales, en catorce Intendencias se mantuvo el mismo partido encargado de gobernar y en los otros cinco se produjo una rotación de partidos en el ejercicio del gobierno.
Se trata de una situación muy valiosa para la consolidación de la democracia porque nos da un sentido más profundo de su funcionamiento. El electorado ha mandado señales nuevas y contundentes a través de su veredicto electoral del pasado 9 de mayo.

En efecto, cuando en 2004 el Frente Amplio accedió al gobierno nacional culminaba un proceso político gradual, pero continuo, caracterizado por el crecimiento permanente de este partido. Seis meses después, las elecciones departamentales de 2005 confirmaban los avances electorales del Frente Amplio otorgándole el triunfo en ocho Departamentos, incluyendo la cuarta renovación de mandato en la capital del país.

La percepción política dominante indicaba que se estaba ante el comienzo de una nueva época, para algunos caracterizada por la consolidación del poder por parte del partido de izquierda, el que además podía convertirse en un partido predominante en la medida que había obtenido más de la mitad de los votos emitidos.

Incluso varios politólogos y analistas nacionales se animaron a pronosticar el comienzo de una época progresista o frenteamplista, en la medida que la contundencia de los resultados, incluyendo algún triunfo inesperado en más de un Departamento, así lo podía suponer.

La elección nacional de octubre de 2009 ya adelantó una señal que contradecía los augurios de consolidación y supremacía absoluta. El Frente Amplio volvió a ganar la Presidencia por un nuevo período, pero obtuvo un respaldo electoral levemente inferior al que había obtenido cinco años atrás, lo que motivó la necesidad de acudir a la segunda vuelta.

Esta señal quedó diluida para muchos por la contundencia del triunfo de Mujica en la segunda vuelta y porque el Frente Amplio mantuvo apenas y con cierta incertidumbre, la mayoría absoluta en el Parlamento en ambas Cámaras.

Otra de las afirmaciones que algunos pretendían convertir en leyes políticas era que aquel gobierno que el Frente Amplio alcanzara ya no lo perdería más. Se interpretaba, por parte de los más convencidos, una especie de tendencia histórica ineluctable que obligaba a que una vez alcanzado el gobierno por parte de las fuerzas progresistas, estas se consolidaban y afirmaban en el ejercicio del poder.

La prueba empírica más fuerte era la continuidad del Frente Amplio en Montevideo y la reiteración del triunfo alcanzado a nivel nacional.
Sin embargo, los resultados del 9 de mayo expresaron que la ciudadanía había decidido no compartir esta línea de interpretación. El Frente Amplio perdió el invicto electoral y de las ocho Intendencias obtenidas en 2005 solo retuvo cuatro.

Es cierto que obtuvo una nueva victoria en Artigas, pero no menos cierto es que su triunfo electoral en los dos Departamentos más populosos no estuvo exento de interrogantes debido al enorme número de votos en blanco que se registraron.

Más allá de las camisetas que todos tenemos, lo cierto es que estos resultados que ahora se expresan vívidamente a partir de la toma de posesión de las nuevas autoridades municipales, indican que la alternancia en el gobierno es una característica definitiva de nuestra realidad política y que no existe partido que sea inmune a ella.

Por otra parte, la rotación de los partidos en el gobierno es un síntoma de salud democrática, sirve para renovar los elencos gubernamentales, sirve para demostrar la importancia de la ciudadanía que con su voto decide cambiar a sus gobernantes. Sirve para cuestionar a quienes caen en la tentación de la soberbia, sirve para igualarnos entre todos los partidos. Sirve para consolidar la sana incertidumbre que debe ser una nota característica de todo sistema democrático.

En el Departamento de Salto asumió la semana pasada un nuevo Intendente, produciéndose también allí la alternancia en el ejercicio del poder. Que sea entendido como un mensaje claro, para los que se fueron y para los que comienzan, de que la voz del pueblo es la que en definitiva manda y resuelve la continuidad o cambio de sus mandatarios, que no otra cosa son los gobernantes.

A partir de ahora, ya nadie puede defender la tesis de que en nuestro país existen destinos manifiestos o triunfos indiscutidos o inexorables.

Con los cambios de gobierno de la semana pasada se inauguró una nueva etapa política en el país fundada en el pluripartidismo y en el equilibrio de fuerzas entre todos los partidos, lo que es muy bueno para la salud de nuestra democracia.

1 comentario:

  1. Con los cambios de gobierno de la semana pasada se inauguró una nueva etapa política en el país fundada en el pluripartidismo y en el equilibrio de fuerzas entre todos los partidos, lo que es muy bueno para la salud de nuestra democracia.

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