miércoles, 1 de setiembre de 2010

Fiasco Monumental / Hebert Gatto

El 19 de agosto pasado Barak Obama cumplió su promesa y retiró de Irak la última brigada de combate estadounidense. Restan por partir 50 mil soldados encargados de entrenar al ejército y la policía iraquí. Cuando ello ocurra, concluirá definitivamente la segunda guerra del golfo iniciada por George Bush en el 2003 cuyas consecuencias han supuesto hasta ahora, la vida de decenas de miles de iraquíes, de 4.500 norteamericanos, de varios cientos de tropas aliadas, más 700 mil millones de dólares en gastos bélicos. Una suma que hubiera permitido controlar el SIDA en el mundo y terminar con las peores hambrunas africanas.

Ninguna de las armas letales que pretextaron la guerra y justificaban para sus autores el desconocimiento del derecho internacional, pudieron ser halladas, sencillamente porque nunca existieron. Pese a lo cual se violó la independencia de una nación que difícilmente se repondrá hasta que pasen décadas; se puso en riesgo una tradición civilizadora milenaria y se perjudicó gravemente las relaciones, ya de por sí complejas, entre Occidente y el Islam, proveyendo de justificativos al terrorismo de ese origen. En términos puramente utilitarios, y sin considerar consecuencias ético políticas nada menores para una democracia como la norteamericana, un completo fracaso, al que resulta difícil encontrarle explicaciones fuera del temor que produjeron los atentados en Nueva York y la penosa obsecuencia del Reino Unido.

Hoy Irak, además de carecer de mínimas condiciones para restablecer su tejido social se desangra en una lucha de remotos antecedentes entre sunnitas y chiítas, con agresiones diarias que continúan sumando decenas de muertos y heridos. En lo que constituye una guerra tribal primitiva, donde el odio asesino entre facciones religiosas, cada una de ellas exclusiva servidora de Dios, únicamente espera para generalizarse que parta el último soldado de la coalición. Con una sola referencia compartida por sobre el odio mutuo: el inconmovible rechazo a Occidente y a todo lo que este representa: modernidad, democracia, laicidad, tolerancia y libertad. Una aversión que traspasa nítidamente las fronteras de Irak para extenderse a todo el Islam.

No por ello debe pensarse, como tantos mecánicamente repiten, que este nefasto desastre constituya una actualizada expresión del eterno imperialismo económico. Otra muestra de lo mismo. Nada más erróneo. Ni las compañías petroleras, renuentes a esta aventura, se vieron favorecidas por la invasión que terminó paralizando a medias la producción iraquí y deshaciendo su infraestructura productiva, ni el desmesurado gasto militar norteamericano resultó compensado por ventajas derivadas de la ocupación. Buena prueba de ello es la crisis económica que todavía hoy azota al país del Norte.

Menos aun esta invasión, que concluye en derrota, se justificó en términos políticos o militares. Más bien debe entenderse como un gesto de incapacidad de una nación que gradualmente pierde el liderazgo mundial y que, cercada por el temor y mal conducida por sus dirigentes de la época, respondió a los desafíos del terrorismo con profunda impotencia moral.

1 comentario:

  1. Sr. Heber Gatto,
    aún estoy a la espera del pago de los bienes que compró cuando murió mi padre siendo Ud su abogado.
    Así como también realice las gestiones para el cobro de la Reclamación de la Ruta 3 en Salto Grande ya que Ud mismo hizo constar en el documento que redactó en su momento que Ud era el único que podia hacerlo. El expediente fui a buscarlo personalmente y misteriosamente desapareció.
    Ud sabe que no le pagaron los mayores costos porque el ministro de turno dijo que mi padre era "zurdo", épocas de dictadura por supuesto.
    Esa obra fue hecha y pagada con la vida de mi padre.
    Desde ya muchas gracias
    Mariana Pérez Leirós

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