miércoles, 8 de setiembre de 2010

La dictadura es siempre dictadura / Pablo Mieres

En estos días visitó nuestro país una delegación de representantes de diversas organizaciones cubanas que luchan por la democracia en ese país. Se trata de figuras de diferentes ámbitos sociales, culturales y políticos que trabajan desde afuera de su país por recuperar las libertades y los derechos de los ciudadanos cubanos. Algunos de ellos residían en Cuba y fueron deportados por el gobierno de la isla, otros han vivido casi toda su vida en el exilio por ser opositores al régimen cubano.


El gobierno cubano ya tiene cinco décadas sin que se haya permitido el libre juego de los partidos políticos y las elecciones libres; mucho más básico que eso, los cubanos no tienen libertad de expresión, no tienen derecho a ganar su propio salario, no pueden entrar o salir libremente de su territorio, no pueden acceder a la información real sobre lo que ocurre en el mundo y viven en una situación de creciente precariedad en el acceso a bienes y servicios.

Hace ya muchos años que se escudan en el equivocado bloqueo comercial instaurado por los Estados Unidos, que no tiene el menor efecto real sobre la situación económica del país, para justificar la crítica situación productiva y económica y para defender las aberrantes violaciones a los derechos humanos que este gobierno ha perpetrado desde hace décadas.

Cuando se produzca la ineludible democratización de Cuba, quedará al descubierto la profundidad y horror de los desmanes que los jerarcas gubernamentales llevaron adelante contra la población de su país. Quizás esa sea una de las principales razones para que los que gobiernan en ese país se encierren en la continuidad de la arbitrariedad.

Pero lo más preocupante es que desde hace muchos años, los que defienden al régimen cubano han querido identificar a todos los que cuestionamos la dictadura como representantes de la derecha. Pero, en realidad, la causa de Cuba es de todos los que creemos que la libertad, los derechos humanos y la democracia deben ser defendidos en todos aquellos lugares en que estos son vulnerados, con independencia del signo ideológico de los violadores.

Lamentablemente, en parte de la izquierda latinoamericana se ha instalado una visión hemipléjica que solo cuestiona la afectación de las libertades cuando estas son pisoteadas por gobiernos de derecha, mientras que mira para otro lado o, peor aun, justifica la barbarie si esta es ejecutada por gobiernos o partidos de izquierda.

Las convicciones democráticas no son de izquierda o de derecha, si la condena y el cuestionamiento depende del signo ideológico de quienes abusan de los demás, entonces esa es una triste señal del poco apego que se tiene por el valor efectivo de la democracia. El sufrimiento de los seres humanos no varía según la ideología del que lo recibe, ni el repudio a los violadores se gradúa según las posturas ideológicas de los que vapulean a las personas.

Algún día será pacíficamente aceptado en las sociedades humanas que la barbarie y el autoritarismo es siempre condenable más allá de que se aplique en nombre del racismo, del capital o de la revolución y de los trabajadores.

Porque lamentablemente se han tejido, como siempre, patéticas justificaciones para defender lo indefendible. Se ha dicho que el "bloqueo del imperialismo yanqui", que "los intereses de los ‘gusanos' de Miami" que "la revolución sigue jaqueada y aislada", etc. Lo triste es que muchos políticos de izquierda en nuestro país, que sufrieron persecución por pensar y actuar de acuerdo a sus ideas, no "midan con la misma vara " y con los mismos criterios las torturas de aquí y las torturas de allá, las persecuciones de aquí y las persecuciones de allá, los exilios de aquí y los exilios de allá, las muertes de aquí y las muertes de allá.

Es muy triste tener que seguir escribiendo estas cosas luego de que "tanta agua que ha pasado por el puente" en nuestro continente. Es triste, pero es imprescindible hacerlo si queremos mejorar la calidad de la especie humana. Y lo hacemos y lo decimos desde nuestra identidad independiente de centro izquierda con la que hemos convivido y sostenido desde siempre.

Ojalá llegue el tiempo en que en nuestro país la causa de la libertad y la democracia en Cuba se vuelva una causa nacional con el respaldo de todos los partidos. Será entonces un signo de madurez democrática y una gran contribución al camino de transición democrática pacífica que debe emprender el país del Caribe.

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