viernes, 3 de setiembre de 2010

Disparen sobre las cajas de auxilio / Daniel Radío

El tiempo para encontrar soluciones al problema de las Cajas de Auxilio ya es escaso. Y el gobierno parece dispuesto a cualquier tipo de argumentos para justificar el avasallamiento de los derechos de estos trabajadores. Y los de sus familias.

Primero se recurrió a invocar "principios". Se ha dicho que no se podían admitir "perforaciones" en aras del principio de universalidad que, presuntamente, el Sistema Nacional Integrado de Salud consagra. Y se omite señalar que en realidad la situación actual es la de un verdadero colador. Multiperforado. Perforado por el lado de los aportes y perforado por el lado de los beneficios. Un sistema y un seguro en el que todos somos iguales, pero algunos son más iguales que otros.

¿Cuál es la razón por la cual, todos los trabajadores públicos, incluido este legislador, los señores ministros y el señor Presidente de la República, en caso de enfermedad reciben el 100% de sus ingresos como subsidio, mientras los trabajadores privados de este país cobran un subsidio equivalente al 70% de sus ingresos a partir del cuarto día de enfermedad y con un tope que no guarda ninguna proporción con sus ingresos habituales? Durante la dictadura el tope era de 3 salarios mínimos, el equivalente aproximado a 7 BPC actuales y actualmente es de 3 BPC (aparentemente estaría en los planes del gobierno llevarla a los mismos valores que en la dictadura).
¿Cómo se justifica esta inequidad? ¿En aras de qué principio?

¿Por qué razón siguen quedando afuera -se supone que alguna vez ingresarán- los trabajadores municipales? ¿Quién y cuándo le va a poner el cascabel al gato?
¿Y qué hay acerca de los funcionarios del Ministerio de Defensa o del Interior?
¿Y qué pasa con los jubilados y los pensionistas?
¿Por qué algunos trabajadores aportan según sus ingresos reales y otros según un ficto?
Las empresas unipersonales, los trabajadores agropecuarios y los profesionales del deporte, son sólo algunos ejemplos de pequeñas "perforaciones" que, de buena gana, el sistema se permite admitir.

El otro principio frecuentemente invocado es el de la solidaridad. La brevedad de este artículo no me permite extenderme para exponer cómo las Cajas de Auxilio han logrado hacer de la solidaridad entre los trabajadores una realidad tangible. Más allá de los discursos. Y desde hace bastante tiempo, esta construcción, solidaria por excelencia, que son las Cajas de Auxilio, logra llevar pan a la mesa de muchos trabajadores de este país.

El último recurso invocado es el de la presunta inviabilidad. Hace pocos días apareció publicado en la prensa un informe que da cuenta de la terrible situación económica y financiera de las Cajas. ¡Caramba! ¡Qué coincidencia! ¡Justo ahora, cuando el gobierno apuntaba sus baterías contra las Cajas de Auxilio, se descubre que éstas se caen a pedazos!

Pues bien. Las propias instituciones invocadas ya están dando respuesta a esta des-información difamatoria. Pero la realidad evidente, es que si las Cajas de Auxilio fueran deficitarias, nadie querría echarle mano. Y el propio señor Ministro de Salud Pública no ha tenido ningún inconveniente en reconocer que la no incorporación de los seguros al FONASA significaría una pérdida para el sistema. ¿De qué déficit se habla entonces?

En el Parlamento existen 3 proyectos que procuran la sobrevivencia de las Cajas. Todos llevan la firma de legisladores de la oposición, pero seríamos injustos si no reconociéramos que varios legisladores del gobierno, de buena gana los acompañarían si cesara la caprichosa vocación exterminadora del gobierno en este sentido. Notoriamente, la sobrevivencia de las Cajas de Auxilio, no está en la agenda del gobierno.

Por otra parte, hace bastante tiempo que ha comenzado una movilización intensa de los sectores sociales involucrados en procura de mantener la autonomía de gestión y las prestaciones conseguidas a través del esfuerzo de los trabajadores y los acuerdos con los empresarios. Son más de 60.000 trabajadores y sus respectivos núcleos familiares.
Todos ellos han demostrado ser conscientes de que la única manera de resolver favorablemente este litigio es manteniéndose unidos.

Quienes se mantienen en la lucha han asumido perfectamente que si alguien "se corta solo" conspirará contra la suerte colectiva. Y que, como en aquellas palabras del Reverendo Niemöler atribuidas a Bertold Brecht: "finalmente vinieron por mi, y para ese momento ya no quedaba nadie que pudiera hablar por mi".

Hay que hablar claro. Más allá de quién sea el interlocutor o de cuál sea el proyecto finalmente aprobado, lo importante es procurar salvaguardar la existencia de las Cajas. Lo importante es evitar el aniquilamiento. Lo importante es mantener viva la llama de esta extraordinaria experiencia de cogestión obrero empresarial.

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