miércoles, 17 de marzo de 2010

La hemiplegia y los derechos humanos/ Pablo Mieres




Hace 27 años en nuestro país un grupo de ciudadanos realizaba un ayuno de varios días reclamando el regreso a la democracia en nuestro país. Más de una decena de ciudadanos, casi todos ellos de izquierda, manifestaban de ese modo su protesta y su reclamo por la recuperación de las libertades y del ejercicio de los derechos humanos que hacía una década nos habían conculcado. Ese sacrificio realizado fue útil y representó un mojón más en el largo camino que culminó un año y medio después con la realización de las elecciones nacionales sin partidos excluidos.
Todos los ciudadanos con vocación democrática aplaudimos y admiramos la fortaleza de espíritu y el compromiso de esos queridos uruguayos que marcaron de esa manera una reivindicación que era de todos.
En Cuba hace unos días falleció un ciudadano como resultado de una larga y dolorosa huelga de hambre, mientras que otro avanza por el mismo camino, reclamando por las libertades públicas y el efectivo goce de los derechos humanos en Cuba.
Sin embargo, para los dirigentes y representantes del Frente Amplio aquello merecía el homenaje mientras que esto debe ser condenado o, en el mejor de los casos, obviado y pasado por alto. Nuevamente los parlamentarios del partido de gobierno impidieron la aprobación de una moción de condena en el Parlamento a lo que ocurre en Cuba.
Es sorprendente la diferencia de criterio en la valoración del respeto a los derechos humanos para los integrantes del partido de gobierno. En Cuba no hay libertades, en Cuba está prohibida la actividad partidaria, en Cuba sólo hay un partido político permitido, en Cuba no hay libertad de prensa, en Cuba no hay elecciones libres, en Cuba no se puede expresar un pensamiento distinto. En Cuba, en definitiva, se vive en dictadura desde hace décadas.
Pero ¿qué es lo que hace que una situación idéntica en otros países pueda merecer la activa condena de los dirigentes del Frente Amplio y que se pretenda “tapar el cielo con la mano” cuando de Cuba se trata?
¿Por qué una izquierda que se proclama democrática y defiende esos valores en nuestro país, frente a la realidad de Cuba cierra los ojos y mira para otro lado?
Muchas veces hemos dicho que los derechos humanos no son de izquierda ni de derecha y su defensa constituye un valor de primer orden que debemos sostener en cualquier circunstancia. Sin embargo, para el partido de gobierno esta consigna claudica ante el caso cubano como si estuvieran presos de un hechizo incapaz de superar.
Mientras tanto se tortura gente, se apresa y se acalla a quienes piensan diferente, se oprime a un pueblo al que hace décadas no se le deja elegir su propio destino. En cualquier parte del mundo eso es dictadura y en estas tierras los que “hacen la vista gorda” ante los atropellos cubanos, antes reivindicaban y luchaban con justicia el Estado de Derecho en nuestra tierra.
Parece hasta absurdo que transcurrido tanto tiempo de autoritarismo en la isla del Caribe, sin embargo en nuestro país el partido mayoritario reivindique estas prácticas reñidas con las bases de la convivencia democrática. Más preocupa aun que para ejercer esta defensa asuma justificaciones insostenibles como el bloqueo de Estados Unidos o gravísimas como la existencia de otra concepción de “democracia” que refleja un contenido autoritario muy preocupante por sus eventuales consecuencias políticas.
Bien que valorábamos y esperábamos en los setenta la solidaridad internacional de terceros países presionando a la dictadura uruguaya para que aflojara o frenara su rigor represor. Lamentamos mucho la hemiplegia de un partido que se define de izquierda y que, sin embargo, condena las violaciones de los derechos humanos en ciertos casos mientras que en otros (cuando provienen de gobiernos que se califican de izquierda) no son capaces de levantar la voz.
Débiles son las convicciones democráticas cuando se ponen al servicio de una concepción ideológica que se impone sobre la realidad de la vida y los derechos de la gente.
Nosotros nunca defendimos lo que ocurre en Cuba y no hemos tenido ningún prurito en señalar que se trata de una dictadura que tiene que terminar cuanto antes. Y, por cierto, cuando decimos estas cosas lejos de sentirnos parte de la derecha, nos reafirmamos en nuestra posición de centroizquierda. Porque para nosotros la democracia y su ejercicio son valores superiores que están por encima de los intereses partidarios y las miradas ideológicas.
Como antes a nuestros queridos uruguayos que ayunaron por la libertad, hoy también saludamos y acompañamos a los ciudadanos cubanos que están dispuestos a morir por la libertad en su patria. Todo lo demás es hojarasca y tristes coartadas de quienes no se animan a reconocer que la “vieja revolución mítica” hace muchas décadas se ha transformado en una patética dictadura similar a otras muchas que nuestra humanidad ha sufrido.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario