Luce Fabbri: una luz que persiste.
Este año se cumplirá una década de la desaparición física de una mujer que ha dejado tras de sí una huella y una estela luminosa, que continúa con aquel camino de siembra perpetua que la caracterizó. El próximo 19 de agosto se cumplirán 10 años de la desaparición física de Luce Fabbri, una mujer tan increíble que aún hoy, como si un designio divino hubiera pautado un destino de prédica de luz, continúa irradiando luz con su nombre: Luce.
Luce Fabbri había nacido en Roma hace 102 años, el 25 de julio de 1908. Hija de don Luigi Fabbri, maestro de profesión, pero sobre todo un reconocido intelectual y escritor anarquista, quien tuvo una gran influencia en la orientación de la vida de Luce.
Luce tomó tempranamente el camino de las letras. Se doctoró en filosofía y letras en la Universidad de Bologna y, ante el advenimiento del fascismo en Italia, en el año 1929 marcha al exilio y se radica en Montevideo, una ciudad que según ella misma nos contara, la deslumbró por el estilo de convivencia de los orientales y por el clima de fraternidad que se respiraba. Le pareció increíble además el contraste con una Europa que no hacía tanto había terminado una guerra y ya se preparaba para la siguiente.
Plenamente integrada a la sociedad montevideana, Luce dedicó buena parte de su vida a la docencia y a la investigación. Trabajó en la enseñanza durante 60 años habiendo ocupado la cátedra de lengua y literatura italiana de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad de la República a la que retornó, finalizada la dictadura, como profesora honoraria.
A nuestro entender, Montevideo, que sin dudas, también fue su patria, está en deuda con Luce Fabbri y debería hacer un gesto en el nomenclátor en oportunidad del décimo aniversario de su deceso para con esta mujer, fuente inagotable de luz.
De las cosas que tenemos para agradecerle a la vida, fue haberla conocido. Luce nos impresionó desde un primer momento por la paz que parecía inundar su alma y por su eterna juventud revelada, entre otras cosas, en la claridad de sus ideas. Había además en aquella casa de la calle Juan Jacobo Rousseau un paralelismo increíble entre aquella mujer clara y serena y el mundo que le rodeaba, repleto de libros, de manuscritos y de personas dignas de acompañarla. Particularmente, aquel grupo mayormente de veteranos, que se reunía semanalmente a debatir aspectos de la teoría y de la acción libertaria, apropiadamente llamado GEAL (Grupo de Estudios y Acción Libertaria).
Estamos hablando entonces de una mujer, de una docente, de una investigadora, de una enorme intelectual, pero sobretodo de una anarquista. Fuertemente crítica del sistema capitalista y del socialismo autoritario y acérrima defensora de una ética de vida que defendió a puro testimonio. "Si no hay libertad no hay justicia y donde no hay justicia no hay libertad. Y donde no hubo libertad no existió el socialismo" recordaba Luce, que nunca levantaba la voz. Ni lo necesitaba, dada la firmeza de sus convicciones.
Afortunadamente existen testimonios de vida como el de Luce Fabbri que ha dejado una herencia de amor al prójimo, que rotundamente desmiente su muerte.
En esta época de crisis de valores, más testimonios como el de Luce Fabbri son necesarios en el mundo.
Casi me animaría a decir que más anarquistas como Luce Fabbri, hondamente pacifistas y profundamente democráticos, son necesarios en el mundo.
miércoles, 12 de mayo de 2010
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